12 Julio 2024
Este 10 de julio se realizó la ceremonia de entrega del grado académico honorífico de Profesor Emérito a Rafael Benguria Donoso, en una emotiva instancia que convocó a la comunidad de la Facultad de Física, y que fue presidida por el rector Ignacio Sánchez.
El título de Profesor Emérito se entrega a quienes que se retiran y se han destacado por su actividad docente o de investigación durante al menos 20 años.
En su discurso, el rector Ignacio Sánchez destacó que la “trayectoria de Rafael está marcada por la generosidad, su voluntad de contribuir a la ciencia y una inequívoca vocación por la actividad académica ya sea en su rol docente, como investigador o en cargos de gestión. Su significativa influencia en estudiantes, profesores y administrativos, junto a su extraordinaria calidad humana, son características que hacen al profesor Rafael Benguria merecedor, sin duda, del grado de Profesor Emérito de nuestra universidad”.
Por su parte, Samuel Hevia, decano de la Facultad de destacó su amor por la Ciencia, y el impacto nacional e internacional en el desarrollo de áreas como la Geometría Espectral, Física Atómica, ecuaciones de derivadas parciales elípticas no lineales, e inestabilidades de fluidos y propagación de frentes. “Más allá de tus logros académicos, lo que te convierte en extraordinario es tu dedicación a la enseñanza y la capacidad para inspirar a tus estudiantes. Tu liderazgo y visión han sido fundamentales para el desarrollo de numereros proyectos que han enriquecido a nuestra institución, y que han sido piedra angular para el desarrollo de nuestra Facultad. Hoy celebramos tus contribuciones y la persona excepcional que eres tú legado perdurará en corazones y mente de las personas que hemos tenido la fortuna de trabajar contigo. Tu influencia seguirá moldeando el futuro de la Facultad y de la ciencia en Chile” concluyó el decano.
La ceremonia contó con la participación del investigador Edgardo Stockmeyer, del Instituto de Física, y de la investigadora Hanne Van Den Bosch, de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemática de la Universidad de Chile, ex alumna de Rafael Benguria, egresada del doctorado en Física. Ambos fueron los encargados de explicar uno de los resultados de investigación de mayor impacto en la trayectoria académica del homenajeado.
Tras la lectura del decreto de nombramiento del grado académico honorífico de Profesor Emérito del profesor Rafael Benguria Donoso, el decano Samuel Hevia, junto al rector Ignacio Sánchez, le entregaron un diploma y un galvano de reconocimiento.
En su discurso de agradecimiento, Rafael hizo un breve repaso por su trayectoria: “De alguna manera mi carrera académica se inició justo hace 50 años: A principios de 1974 fui contratado como instructor en el Departamento de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Ese mismo año me recibí de Ingeniero Civil Eléctrico, empecé a hacer clases, escribí mis dos primeros artículos de investigación y terminé mis estudios de Magíster en Física. Sin embargo, más importante que todo lo anterior, ese mismo año conocí a María Cristina Depassier, quien era física también. Nos casamos en 1977 mientras hacíamos nuestro doctorado, ella en la Universidad de Columbia y yo en la Universidad de Princeton. Ahora, ya abuelos, tenemos seis nietos quienes, a pesar de vivir lejos, nos dan mucha alegría, cariño y motivación”, afirmó el investigador.
Un poco de historia
Rafael Benguria nació el 25 de octubre del 1951, en Santiago, en el seno de una familia tradicional chilena. Su infancia la pasó en una casa grande de la Calle Catedral, con sus abuelos, tías, tíos, cuatro hermanos y sus padres.
Él tenía cuatro años cuando ingresó al colegio Alonso de Ercilla. Su hermana mayor no quería entrar y su madre Concepción Donoso inscribió a Rafael para que la acompañara. Como le costaba escribir bien, su mamá le ayudaba en las tardes a practicar caligrafía. Desde pequeño se destacó porque se “sacaba la mugre estudiando” y por tocar el acordeón en la orquesta del colegio.
Una gran influencia en su vida fue su papá, Rafael Benguria Silva, a quien siempre consideró como un amigo. Parte de sus mejores recuerdos es cuando caminaba por el centro de Santiago para ir a buscarlo al trabajo, en la sucursal del Banco de Chile de Ahumada 251, y luego pasaban el fin de la tarde juntos, iban al cine y conversaban.
Otro hito fue cuando a los seis años su abuelo paterno lo nombró “secretario”. Rafael lo visitaba en su escritorio y él le pedía que le hiciera cálculos. Esto le influyó en su amor por las matemáticas y en su visión de mundo: “Lo más importante en la vida es ser sistemático y paciente, eso es lo demás difícil, todo lo demás que te propongas será más sencillo”, le repetía el abuelo.
Durante la Enseñanza Media Rafael anhelaba ir a visitar la casa de su tío Miguel Montalva, ingeniero hidráulico que había viajado entre 1928 y 1929 a estudiar a Filadelfia, Estados Unidos. Él también era inventor y tenía varias de sus creaciones patentadas. A Rafael le encantaba subir al taller, en el segundo piso de la casa, donde guardaba desde un tren eléctrico, una proyectora de diapositivas, hasta cajas automáticas de autos, todo construido con sus propias manos. El tío fue el primero en enseñarle a Rafael sobre Física Moderna.
Al terminar el colegio, Rafael decidió estudiar Ingeniería Eléctrica, porque le parecía que era una carrera “moderna” y escogió como casa de estudios la Universidad de Chile, porque ahí había enseñado su tío Miguel.
En el segundo año de la carrera, Rafael se hizo amigo de varios estudiantes de Física que lo invitaron a tomar cursos optativos con ellos. En ese entonces conoció a Romualdo Tabensky, un joven profesor que había hecho su doctorado en la Universidad de Berkeley, quien lo adoptó como discípulo y le enseñó mucho de lo que sabía de Física.
A Rafael le llamaba la atención la disciplina porque veía que muchos físicos salían a estudiar afuera del país. Él no conocía nada más que Santiago, el campo de su tía en Maipo, La Ligua, Valparaíso y San Fernando, por lo que después de titularse como Ingeniero Civil Eléctrico, especialista en control automático, y de hacer un Magíster en Física en la Universidad de Chile, se propuso ir a estudiar afuera un Doctorado en Física.
En 1975 Rafael partió a la Universidad de Princeton atraído por el área de Relatividad General. “En Chile Romualdo Tabensky me había preparado en esa línea de investigación. Yo sabía que en Princeton había estado Albert Einstein, sin embargo, cuando tomé el primer curso, no me gustó como esperaba. En paralelo, ese primer semestre tomé un curso fascinante de Física Matemática, ya que había un boom en ese momento de esta área en la Universidad, con 10 profesores dedicados a ella y era el momento de mayor concentración físicos matemáticos en los últimos 100 años. Yo no tenía las herramientas matemáticas necesarias, pero me ayudó un montón de gente, y así inicié mi línea de investigación”, recuerda Rafael.
Tras realizar su doctorado en la Universidad de Princeton y una estancia postdoctoral en la Universidad de Rockefeller, Rafael regresa a Chile el año 1981 inicialmente a la Universidad de Chile. Es en agosto de 1990 cuando se incorpora a la Facultad de Física de la Pontificia Universidad Católica para abrir el área de Física Matemática, foco de investigación en la que se ha mantenido por los últimos 40 años: “Con mi experiencia tengo un poco de perspectiva y me encanta que, aunque la Física parece no ser tan importante, tiene un impacto tecnológico enorme y está detrás de casi todas las cosas que usamos en nuestra vida cotidiana: Yo ya era profesor cuando en laboratorios de Alemania y Francia se descubrió la magnetorresistencia gigante y vi, cómo en 20 años, ese hallazgo en una universidad nos permitió a todos tener laptops. Yo estuve presente cuando aparecieron los CD gracias a la invención del láser, hecha unos 10 años antes. También, es impresionante todo el desarrollo de la Física Médica, que la gente asume como lo más normal del mundo, pero son cambios tremendos producidos por físicos en los últimos treinta años”, explica el investigador.
Dentro de sus logros académicos, está haber sido el presidente de la Sociedad Chilena de Física, vicepresidente de la Academia de Chilena de Ciencias y ser editor de revistas internacionales de Física de renombre, como Journal of Mathematical Physics, Annales Henri Poincaré. Journal of Spectral Theory, Bulletin of the International Association of Mathematical Physics, así como de algunas revistas chilenas, como Anales de la Academia Chilena de Ciencias y la revista Cubo de la Universidad de la Frontera. Es destacable que durante 30 años ha obtenido financiamiento de proyectos Fondecyt de forma ininterrumpida.
El año 2005 fue galardonado con el Premio Nacional de Ciencias Exactas por sus condiciones de científico integral, con resultados profundos y de alto impacto en disciplinas como la Física, Matemáticas y Química, incluyendo la mecánica cuántica, ecuaciones en derivadas parciales no lineales, geometría espectral y en análisis matemático del movimiento browniano así como su parte en la formación de más de 7000 estudiantes de pregrado y varios de Magíster y doctorado. “Me encanta la vida académica, investigar junto a los colegas chilenos y extranjeros. También, disfruto haciendo clases y tener contacto con mis estudiantes. Yo tuve muy buenos profesores en mi vida y he querido que mis estudiantes sientan también que fui un buen profesor”, explica el investigador.
Crédito fotografía: César Cortés.