24 Mayo 2017

Académico del Instituto de Física es nombrado Profesor Emérito

Miguel Orszag, investigador del área de óptica e información cuántica fue reconocido con este nombramiento que se entrega a profesores que se hayan destacado por su actividad académica y docente por más de veinte años.

Morszag1Todos los años la UC distingue a un grupo de académicos con el grado de Profesor Emérito, una distinción que reconoce el trabajo docente y de investigación realizado en la universidad por más de veinte años. Miguel Orszag, profesor del IF y quien comenzó su trabajo académico a comienzos de los años ochenta, fue uno de los reconocidos de este 2017.

¿Qué le parece este reconocimiento?

-Estoy agradecido porque el porcentaje de profesores que pasan a ser eméritos es muy bajo, hay que tener experiencia académica y de investigación. Es un reconocimiento que la universidad hace al trabajo que uno ha hecho durante varios años. Además, con el nombramiento viene un millón de dólares, pero parece que de esa parte no se acordaron, ¡jaja!

¿Cómo comenzó su trabajo en la Facultad de Física?

-Llegué de Canadá en 1980 con la idea de desarrollar la óptica cuántica, área que era prácticamente desconocida en esa época. Cuando volví Chile todavía estaba en dictadura y para mí la universidad era un lugar en donde se podía trabajar tranquilo, donde era posible desarrollar un tema y formar alumnos. Así empecé. Hoy la óptica y la información cuántica son áreas fundamentales, por ejemplo, hoy existe la criptografía cuántica que permite enviar información y si se produce una intromisión el sistema lo nota y cambia el código. Eso lo trabajamos a nivel teórico acá en la facultad.

A su juicio, ¿cómo ha crecido la facultad desde esa época?

-De forma espectacular. Recuerdo que cuando llegué esto estaba recién empezando: casi no había profesores con doctorado y la investigación era mínima. Lo fundamental en una buena universidad es que además de docencia haya buena investigación, sino la docencia se queda estancada. En ese tiempo se publicaba un artículo al año, hoy se publican más de trescientos. Hubo una explosión y eso se debe a la gente que llega, a la calidad de los profesores que a medida que fueron llegando empezaron a desarrollar sus áreas. Hace treinta años, por ejemplo, la astronomía era terreno de extranjeros y hoy eso es distinto. Lo mismo pasó en la física. Fue un trabajo que lideró Carlos Rivera, que tuvo la visión de un buen departamento de física; un trabajo de pioneros entre los que estaban Ricardo Ramírez, Miguel Kiwi, Francisco Claro, Hernán Chuaqui, Hernán Quintana, Jorge Krause y otros en los que me incluyo.
La facultad ha cambiado mucho. Se hace un gran esfuerzo por desarrollar la física, la astronomía y la ciencia en general.

¿Qué desafíos cree que existen?

-Estamos bien encaminados. El desafío más importante es esta especie de barrera entre las investigaciones que se realizan en la universidad y la realidad del país. Nosotros seguimos publicando, pero nos falta contacto con la industria. De a poco se avanza, pero falta el desarrollo tecnológico, la conexión con la sociedad. Los científicos son muy pocos, igual que el presupuesto del Estado.
En ese sentido el futuro Ministerio de la Ciencia es algo bueno, pero hay que tomarlo en serio, duplicando el presupuesto para las ciencias. No sacamos nada con gastar plata contratando ministros, subsecretarios y un montón de gente si no aumentas el gasto. Hay países que, pese a no tener una situación económica buena, tienen el concepto de la ciencia y destinan más dinero.

¿En qué temas está trabajando actualmente?

-Principalmente información cuántica, un área importante tanto desde el punto de vista de la mecánica cuántica -se mete en temas muy profundos que permiten entender el proceso cuántico- y de lo aplicado, como la teleportación cuántica. A diferencia de lo que aparece en Star Trek, acá no se mandan personas, lo que se transmite es un fotón o un átomo. Y siendo más precisos lo que envía es el estado de un sistema, eso es lo que se reproduce.
También estamos trabajando en las llamadas 'medidas débiles', que a nivel microscópico alteran poco el objeto medido. Eso es súper importante para detectar efectos pequeños.